¿Y el amor qué pito toca?
- julianponsone99
- 1 jul 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb 2021
Déjenme soñar.
Como todo sueño creo que no sé cómo empezar este. Podría empezar con un número, aunque podría ser cualquiera. Tal vez comience con el número de películas que tienen personajes LGTBQ+ o la cantidad de directores que se auto perciban de la comunidad y hayan triunfado en la industria del cine. Quizás con algún porcentaje que hable de cuántas películas con temática queer terminan en final feliz o capaz comparemos la cantidad de parejas que Carrie Bradshaw tuvo en Sex and the City vs. los que tuvo su amigo gay Stanford Blatch. Sería conveniente, pienso, empezar con algún dato que no me obligue a investigar de más ni a volver a ver entera SATC por 9na vez (aunque solo fuera para contar los novios de Carrie, Stanford sólo tuvo uno conocido).
Empecemos por lo obvio: la industria audiovisual es inmensa y terriblemente poderosa, no solo si hablamos de dinero, la influencia que tiene en la creación de identidades nacionales, formación de opiniones y subjetividades, más aún cuando se trata de lo que es inconsciente, es increíble. Sin necesidad de demasiada indagación, podemos decir que el verdadero poder de esta industria recae en su capacidad performativa del imaginario común. Es decir, la industria es capaz de hacernos creer que si se nos cae una tostada EEUU sería capaz de saber si cayó o no del lado de la mermelada, pero en la realidad fue el hazmerreír mundial frente a la pandemia por Covid-19. Lo que vemos en las películas, en la ficción, por más que no sea real moldeará lo que pensamos que puede ser real o no. Por eso, que haya mujeres y disidencias creando y protagonizando las películas y las historias que éstas cuentan colabora a la representatividad, al hecho de que podamos creer que somos capaces de ocupar ciertos espacios, de hacer determinadas cosas, que merecemos ciertas otras, que sí existen tantas más.
Volvamos a los números: Hollywood movió alrededor de USD$97mil millones en 2018. Ese mismo año Advengers: Infinity Wars recaudó unos 2 mil millones, mientras que A Star is Born recaudó 436 millones de dólares, una quinta parte de la mencionada película de superhéroes, y eso que tuvo suerte teniendo en cuenta que la recaudación del musical fue significativamente superior a otras películas del mismo género por que la protagonizaba nada más y nada menos que Lady Gaga. Menciono esto para ejemplificar cómo ciertos géneros son mucho más comerciales que otros, tienen otro rango de audiencia y un público que responde a ficciones con menos profundidad o especificidad para poder sentirse interpelado por ellas.
Además, podemos fácilmente conjeturar que la industria sabe que vende más ver a Scarlett Johansson como heroína de Marvel salvando al universo que como una mujer común que fracasa en su matrimonio en A Marriage Story. Sabiendo esto es claro que el dinero destinado a presupuesto y la decisión de qué películas producir son influenciadas por el mercado. Pero ¿Por qué vende más un género que otro? Me inclino a pensar que son más las veces en que necesitamos ver que las cosas pueden estar mejor, y menos las ocasiones en las que necesitamos ver que las cosas pueden estar peor. Por eso Aventura es el género que más vende, y recauda casi 4 veces más que los Thrillers Dramáticos, y 50 veces más que las Comedias Románticas.
En lo personal, cuando necesito ver algo que no sea la cotidianeidad elijo las comedias románticas. Aunque no lo crean, nada me interpela menos que una pelea de superhéroes en mallas de lycra o un vaquero con un látigo que lucha con dinosaurios. Las películas de terror tienen argumentos cada vez más reiterativos y presupuestos tan bajos que ni valen la pena. Para dramática la vida misma…así que por descarte desde siempre amé las comedias románticas, para bien o para mal, soy fan. Lo admito, llévenme preso.
Teniendo el corazón roto más veces de las que, creo, sobreviví, no hay romcom. de los 90´s que no haya visto y no me sepa de memoria; y solo con el título de un capítulo de SATC sé de cuál estamos hablando. ¿Esto quiere decir que tengo la psiquis arruinada? Sí, pero no tanto. Es muy difícil proyectar las situaciones asociadas al amor romántico tóxico siendo marica. No quiero caer en el clásico “el mundo hetero y queer son muy diferentes, blah, blah, blah”, preferiría analizar algo más profundo. Aunque no se confundan, no me quiero hacer el profundo. No quiero deconstruir nada, ni plantear una nueva visión de las cosas, ni nada pretensioso de ese estilo. No se olviden que solo soy un chico, delante de una computadora preguntándose: de toda la mierda que reproducen las películas ¿Qué nos toca a nosotros?
Pensemos un momento en Sex and the City, que si no la vieron recomiendo que lo hagan, al menos para ver qué tan lejos están de lo que se consideraba progre hace 20 años. Hubo solo un personaje recurrente homosexual (desde el principio de la serie) que no contradecía ningún estereotipo queer, que tuvo una sola pareja en todas las temporadas y que tenía los peores chistes. Hasta acá todo bien. No vengo a defenestrar a mi serie favorita. Pero como trolo fanático de la serie que no se siente completamente representado en los personajes de la ficción, no pude evitar preguntarme ¿Cómo hubiera sido la historia si los personajes principales fueran hombres gay?
En primer lugar, Samantha (o su alter ego masculino) no hubiera tenido cáncer sino alguna enfermedad relacionada con el SIDA. Miranda sería militante por los derechos LGTBQ+ y seguro lo mataban en alguna razzia policial. Charlotte es fija que era masc4masc, tapado y estaría casado (aunque después se divorciaría para estar con un sugar daddy). Carrie, por supuesto, se la pasaría yendo y viniendo con uno que no se decide más a salir del clóset. Claro que duraría solo dos temporadas y tendría por cada una la mitad de capítulos. La original cuenta con seis temporadas y cientos de episodios que hacen miles las situaciones y tramas que atraviesan éstas mujeres a lo largo de la serie. Entonces ¿Por qué solo pude imaginarme esas cuatro para los personajes del universo paralelo? ¿Es por mi falta de imaginación? No necesariamente.
Una cosa es que yo no pueda crear tramas nuevas para los personajes (lo cual admito, es verdad, no puedo escribir ficción) pero otra muy diferente es que ni siquiera pueda copiar o atribuirles deformaciones de tramas ya vistas. Es ese particularmente el problema que me llamó a escribir estas páginas. Simplemente no hay comedias románticas mainstream, con final feliz, que te hagan olvidar los problemas por 90min y que estén protagonizadas por trolos. O hay pocas y no son suficientes para crear un imaginario de lo que es una romcom queer que sea relativamente buena. Estuve investigando un poco (bastante) y básicamente son contadas con la mano las películas LGTBQ+ taquilleras en las que no haya un personaje protagonista todavía en el armario; o un personaje principal con SIDA; o un personaje que luego asesinan por puto o un romance que solo dura pocos días y se tiene que mantener en secreto.
De ninguna manera estoy diciendo que no debería haber películas que hablen de esos temas ni estoy buscando invisibilizar situaciones por las que como comunidad venimos luchando hace tanto tiempo, pero, ¿por qué solo hablan de esos temas? ¿Por qué son solo nuestras tramas las que se parecen a la realidad? ¿Por qué no nos dejan flasharla, aunque sea por 90 minutos?
Es como si las categorías comedia, romance y temática LGTBQ+ (la cual es una categoría por separado, porque claro, a todas esas minorías nos pasa exactamente lo mismo) no pudieran encontrarse. Si sos una disidencia tenés que elegir. Si querés ver una comedia probablemente vos seas el chiste. Si querés ver una romántica, seguro que no estés. Si querés que la película hable de vos seguro que al final te morís. Si es comedia romántica, como mucho sos lx mejor amigux de alguien, nunca el protagonista. Si es romántica y queer, no va a ser comedia, va a ser drama; y así sigue la enumeración. Las tres categorías se juntan en películas que son contadas con la mano.
Seguramente haya más, sí, por supuesto, pero no mainstream. Si es una película francesa independiente y pretenciosa de esas que podés ver por I-Sat doce años después de que se estrenó, la verdad, no me interesa. Lo lamento, pero no voy a disculparme. Quiero poder tener la fantasía de que un chabón venga con una docena de rosas rojas y me grité desde abajo de un balcón que no tengo que me ama, y me gustaría que ese chabón sea Chris Patt. ¿Estoy pidiendo mucho? Probablemente, pero justo eso es lo que representan las comedias románticas clásicas: situaciones que son un poquito mucho. De esa manera uno sabe que nunca le va a pasar y aun así no es descabellado fantasear que tal vez te pase. La ficción es siempre una pequeña mentirita que nos ayuda a convivir con la realidad (siempre es mejor cinéfilo que drogadicto), aunque cuando hablamos de tramas LGTBQ+ la ficción es siempre un baldazo de agua fría.
Empecé a pensar sobre esto unas semanas atrás habiendo googleado “comedias románticas gay”. Estaba bastante cansado de ver siempre las mismas películas clásicas, ya me había visto prácticamente todas los estrenos de los últimos 3 años y por más que estuviéramos en cuarentena los canales de cable no se dignaban a pasar una película que no sea de hace una década atrás. En esos momentos de verdad necesitaba escaparme de la realidad y las ficciones pakis no me ayudaban mucho. Para mi sorpresa los resultados de google no tenían nada de románticas ni de comedias. Es como si el buscador más utilizado del mundo ni siquiera se moleste en pensar si alguien alguna vez largó una carcajada viendo Brokeback Mountain. Spoiler alert: no es una comedia. Aun así, fue el primer resultado que salía.
Después de esto (y de muchísimas búsquedas más), me di cuenta que no hay películas en la que nos amemos y vivamos felices comiendo perdices- o son muy pocas en comparación-. De verdad me gustaría ver una película gay que termine en un beso bajo la lluvia y que el nudo de la historia no sea que uno de los dos está en el clóset; incluso sabiendo que las situaciones que se presentan en estas películas no ayudan tampoco a construir una imagen de lo que es una relación saludable creo que el límite entre lo que es o no tóxico pierde bastante el sentido.
Retomo mi primera pregunta: de toda la mierda que nos vende el cine ¿qué nos toca a nosotros? Con la esperanza de poder contestarme esto miré alrededor de 30 películas que podríamos considerar mainstream que fueron sugeridas por búsquedas de google y algunos artículos que encontré en la red del tipo “las 10 mejores películas LGTB+ que no podés dejar de ver”, y seleccioné unas 15 para poder analizar cómo nos presentan y qué aportan al imaginario de lo que es un romance gay, además de otras cosas que hacemos además de andar enamoradxs. Spoiler alert: resulta que en la mayoría de los casos deberíamos dejar de verlas.
Habiendo tomado más de 50 notas por largometraje del tipo “cogieron en un baño-ahre-.” O “se dieron un besito ˂3” no se me va a hacer fácil hablar de esto de una manera objetiva. Sin embargo, no escribo esto por la ciencia, escribo esto por mi derecho a la fantasía. La primera ficción que voy a estar comentando es nada más y nada menos que Brokeback Mountain (Secreto en la Montaña). Spoiler alert: esa montaña estaba llena de mierda.
¿Saben quién más se pregunto cómo serían los personajes de sex and and city en otro contexto? O ¿Cómo sería el mundo si fuera como en las pelis? Cualca.
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