(VI)Pride y Milk
- julianponsone99
- 12 oct 2020
- 12 Min. de lectura
Actualizado: 26 feb 2021
Una de las muchas falopitas a las que me hice adicto ésta cuarentena fue Saturday night live. Una de sus reconocidas comediantes, Leslie Jones, tiene una grandísima cantidad de participaciones en el sketch llamado Weekend Update, donde se parodian las editoriales que se suelen hacer en los espacios televisivos de noticias. En uno de los episodios, Leslie reseña la película Hidden Figures (Figuras ocultas) desde la perspectiva de una mujer afroamericana. Ella dice “debo admitir que estuve a punto de no ver la película porque pensé que iba a ser otra mierda como The Help (Historias Cruzadas) pero en el espacio”. Después de esto, siempre en clave de humor, Jones enumera varios inventos que no hubieran sido posibles sin la intervención o la innovación de alguien de la comunidad afrodescendiente.
La reflexión a la que llama la comediante es a pensar lo diferente que sería la autopercepción de la comunidad afro en estados unidos si se contara su historia desde la celebración de su existencia en lugar de la contemplación del sufrimiento vivido. No es inocente que mencione The Help, película que incluso una de sus protagonistas, Viola David, critica y lamenta haber participado de ella. Las críticas a la trama se basan en la idea de que no ayuda a visibilizar a la comunidad si las únicas historias que se cuentan son acerca de épocas históricas donde vivían en sometimiento, sobre todo si los personajes protagonistas no pueden salir de ese sometimiento por sí sólos y necesitan de la ayuda de alguien del grupo opresor para que se apiade de ellos y los salven. Nace aquí el concepto del White saviour.
[Lamento que muchos de los términos que utilizo a lo largo de los posteos sean en inglés…]
El término refiere a la idea de una persona blanca que suele hacer de héroe para los personajes negros y que defiende o rescata de situaciones terribles o de humillación porque por su propia e individual voluntad tuvo un despertar empático. Este salvador, por lo general, ayuda a los personajes de la comunidad afro por conveniencia o por amistad con el personaje, pero nunca por un verdadero interés en la liberación colectiva.
¿Por qué comienzo hablando de Leslie y su reseña? Porque es importante diferenciar cuándo las historias son contadas desde una perspectiva revictimizante y cuándo son contadas desde la búsqueda de empoderamiento. Además, para reconocer que no sirve de nada la salvación individual como si fuera la espada de una reina apoyada sobre el hombro de un futuro caballero; lo que de verdad vale es la emancipación de la opresión como colectivo, algo así como la cabeza de la reina colgada de una pica. Bueno…no sé si tan así. Pero las revoluciones hay que darlas y sobre todo recordarlas.
Con esa propuesta, la de recordar la lucha colectiva, vi Pride y Milk, dos películas que hablan de la lucha de referentes y organizaciones en EEUU y Reino Unido alrededor de los años 70´s y 80´s.
Si no las viste, te recomiendo que las veas y que luego sigas leyendo.


Qué fruta noble James Franco. Siempre tuve un gusto especial por lo hombres de mentón marcado y cabello ondulado… ¿Qué? ¿No es lo que esperaban que escriba sobre la película? Bueno, claramente no es lo único que diré sobre la trama pero quería decirlo. ¿Por qué? Porque puedo. Y no sólo porque puedo, sino también porque es un claro ejemplo de las cosas que podemos hacer hoy y que no siempre pudimos hacerlas –y que tantos hoy en día aún no pueden-. Si quisiera podría dedicarle todo el posteo a Franco y su sonrisa pícara o a sus glúteos apretados; y podría hacerlo porque hubo antes que yo gente como Harvey Milk, que lucharon por nuestros derechos y dejaron como legados esas libertades para muchxs de nosotrxs.
Es triste ver cómo las luchas históricas son olvidadas o invisibilizadas o como algunxs se las apropian y se cuelgan de las tetas de lxs que ya no están. Por eso celebro que haya películas como las mencionadas en éste post, películas que busquen honrar esas luchas, difundirlas y recordarlas. Y de todas las razones que hay para celebrarlo, lo hago porque esas luchas no se dieron sólo para que uno pueda hablar del culo de James Franco (que muestra orgulloso en Milk). Lamentablemente hay otras urgencias…Por eso, como trolo agradecido a aquellos que vinieron antes, no pude evitar preguntarme: En las películas ¿Por qué cosas se muestra que luchamos?

Cabe mencionar primeramente que gran parte de su carrera política, Harvey Milk (Sean Penn), la transitó sin estar acompañado por una pareja. Digo, si bien Scott (James Franco) estuvo a su lado durante su despertar político y más tarde lo hizo Jack Lira (Diego Luna) no se puede decir que verdaderamente estuviera apoyado en su decisión de militancia activista. Lo cual es doblemente doloroso porque si bien cualquier causa es difícil de militar si se lo hace sólo, una que tiene una relación tan estrecha con las formas de vincularse sexo-afectivamente lo es aún más. Ambos compañeros de Harvey se separan de él por considerar que estaba muy metido en su lucha y muy ausente en la relación, de hecho Jack (al margen de otros problemas que nada tenían que ver con Harvey) se suicida.
No es que no estuviera acompañado porque él de verdad ignorara las relaciones, porque minimizara su deseo o porque despreciara el amor y el compromiso. De hecho, se enamoró tantas veces y tan profundamente como pudo hacerlo a través de su vida. Pero hay algo en la lucha por nuestros derechos que va más allá de la propia experiencia y cuando se entiende que la lucha es colectiva los proyectos personales pasan a segundo plano. Si lo hubiese querido podría haber vivido una larga relación con Scott dejando de lado su carrera política. Si hubiese querido seguro obtenía una historia parecida al de un cuento de hadas, con un príncipe azul y finales felices. Pero no lo quiso así. Priorizó embanderarse por aquellos que no tuvieron su suerte y pelear por el bien de todos. Esa característica me parece crucial remarcar: la lucha de nuestros referentes son siempre por y para la comunidad, nunca es el interés personal lo que define su lucha.
Sin embargo no siempre fue esto el impulso que generó que Harvey se interesase por los movimientos políticos. Como bien muestra la película (y siendo fiel a los ideales del país del norte) lo que impulsa a Milk a luchar por los derechos de las disidencias era lograr una equidad económica con los cociudadanos heterosexuales. En una de las escenas se ve cómo un vecino de la cuadra donde Harvey tenía su tienda Castro Camera, se acerca y al verlo besarse con Scott lo amenaza con denunciarlo por pervertido y que de este modo no obtendría los permisos necesarios para ser comerciante en la ciudad de San Francisco. Eran éstas situaciones entre tantas otras las que despertaron en él ansias por movilizarse en pos de una sociedad más igualitaria. No obstante, esa idea de igualdad era muy diferente a la del #LoveIsLove y se parecía más a un #MoneyIsMoney.
En 1969 la ciudad de San Francisco tenía más habitantes homosexuales per cápita que cualquier otra ciudad de EEUU, incluida New York. Lejos de ser un cálido hogar para las disidencias, San Francisco era el puerto más cercano a las rutas de la marina norteamericana donde dejar a los homosexuales expulsados del servicio militar. Buscando evitar el ostracismo al volver a sus ciudades, estos ex militares decidían asentarse en la ciudad. Aun así no era raro ver escenas como las que Harvey vivía, ni era raro que las disidencias que allí se asentaban fueran consideradas ciudadanxs de segunda.

Más allá de éstas particularidades y a sabiendas de que en general las liberaciones de las minorías (sobre todo en terminos de colonialismo) fueron siempre en función de satisfacer la demanda de mano de obra calificada y al mismo tiempo buscaban crear un público que pueda consumir los excedentes productivos de las industrias emergentes; me niego a pensar que la única razón existente para que se quiera validar nuestras identidades y reivindicar nuestros derechos sea el hecho de que somos perfectamente capaces de producir y consumir en igual medida que las identidades heteroconformes.
Aunque es claro que es un gran caballito de batalla, el argumento de la igualdad civil pensada desde el aporte a la economía niega que haya otros tipos de exclusiones que nada tienen que ver con el mercado laboral. Pero al margen de eso, por primera y -creo que- única vez en estos posteos, voy a justificar a Harvey en función del contexto en el que vivío. Los EEUU de los 70´s, en plena crisis del petróleo y con el prejuicio que cargaban las palabras amor libre luego de la emergencia de la subcultura hippie, era justamente una época donde dicha perspectiva de nuestros derechos era verdaderamente adecuada.
Me llama poderosamente la atención que casi cincuenta años después de iniciada la carrera política de Milk los discursos que abogan por nuestra lucha hayan cambiado radicalmente de un extremo a otro y al mismo tiempo se hayan vaciado tanto de contenido. Mientras vemos constantemente a las marcas multinacionales vestir los colores de la bandera en el mes del orgullo, son contadas con la mano las disidencias que llegan a ser CEO de cualquiera de ellas. Mientras los políticos votan y desvotan nuestros derechos, y se llenan la boca hablando de nuestras uniones legales y los feed de redes de hashtags, son contados los países donde el cupo laboral trans pudo debatirse. Así mismo son incontables los crímenes de odio que suceden por día en el territorio que sea, y son incontables los comunicadores que en medios difunden los más terribles mensajes comparables con los que el contrincante político de Milk expresaba durante su campaña anti-homosexual, allá por la década del 70. Todo parece cambiar menos los argumentos pedantes de los reaccionarios antiderechos. Ellos nunca cambian.
Pero no debe eso desalentarnos como no lo hizo con Harvey. Contrariamente, él se paraba en cualquier esquina, lleno de esperanza y megáfono en mano gritaba: “¡Mi nombre es Harvey Milk y quiero reclutarlos!”. Y que éste llamado no se equipare con un dar la otra mejilla. Porque al igual que ustedes estoy harto de tener heterosexuales rondando mis cachetes pero, bien sabía Milk y deberíamos saber nosotrxs, que no sólo de maricones está poblado el mundo. Cualquiera sea la perspectiva desde la que demos nuestra lucha, no debería ser manifestada desde los modos y dinámicas que permitieron nuestra histórica exclusión y que no se vuelva nunca en contra de nadie, aún menos en contra de otras minorías. Es claro que la lucha es mucha, pero es colectiva.

Es desde ese ideal de colectivo y comunidad desde donde comienza a narrarse la historia que se cuenta en Pride. Situada ya varios años luego de la vida de Milk y en un contexto radicalmente opuesto, el de Reino Unido durante la gestión Thatcher, Pride nos habla sobre un grupo activista por la diversidad sexual de un barrio corriente del centro de Londres que muestra su apoyo y simpatía por los trabajadores mineros en un pueblucho de mala muerte a millas de distancia. Vemos entonces, desde el principio, un acercamiento a las dinámicas con las que los grupos LGBTQI+ también se ven envueltos para llegar a acuerdos hacia el interior de las agrupaciones.

La cuestión que se desarrolla en la trama es que en realidad las agrupaciones mineras encargadas de recolectar fondos y distribuirlos no aceptaron primeramente las donaciones hechas por el grupo. De este modo se dispara la pregunta acerca de si vale la pena hacer las donaciones directamente, al pueblo de Onllwyn si lo más probable es que tampoco acepten la donación de una agrupación tan deshonrosa como una en favor de la diversidad sexual. Es importante remarcar que durante toda la película se trabaja ese encuentro de dos mundos totalmente distintos (de lo que ya hablamos en el post de En la gama) mas no cae en los clásicos contrastes y buscando una risa muestra situaciones alternativas a lo esperado, y lo logra sin necesidad de abusar de los estereotipos queer.
En una escena, varias de las señoras de la aldea pasan la noche en casa de una pareja perteneciente al grupo Jonathan Blake y Gethin Roberts (Andrew Scott y Dominic West). En la habitación donde dormían se encuentran con dildos, arneses y revistas porno, cosa que desata carcajadas entre las doñas que vieron por primera vez tamañas dotaciones en un hombre. Relato la escena porque sirve de ejemplo de cómo durante la película no son particularmente las disidencias el remate del chiste. De hecho, en las muchas situaciones de comedia que se presentan el contexto es alguna parafernalia queer y lo gracioso es como ésta gente de pueblo chico se intenta adaptar a eso. Y no lo hacen con segundas intenciones, ellxs de verdad estaban agradecidxs por las donaciones y buscaban hacer sentir a sus colaboradores lo mejor posible. El chiste no es la resistencia sino la inesperada dinámica de conciliación.
No quiero dejar de remarcar que el contexto es lo queer. La historia está contada desde la perspectiva del grupo de disidencias, la historia habla de cómo ellxs llegan a hacer esas donaciones no de cómo el pueblo las recibe. ¿Se entiende? La historia cambia cuando se le da espacio a contar otras situaciones. De hecho, hacen mucho hincapié en mostrar el lugar de las lesbianas dentro del grupo. Históricamente las lesbianas, cansadas del machismo también reinante en los grupos LGBT+, hicieron rancho aparte y se movilizaron por separado (sobre todo priorizando la causa feminista). Y ese machismo no siempre es una situación visibilizada.
Ese aporte no hubiera podido hacerse si la historia se contaba centrando la historia en los mineros, hubiera sido irrelevante mencionarlo. Al contarlo amplía la imagen que lo espectadores tienen sobre las agrupaciones LGBT+, no son sólo personas circunstancialmente unidas en una causa, sino que son subjetividades con sus propios ángeles y demonios, y posicionamientos ideológicos -más o menos- definidos que se ven envueltos como cualquier otrx en las dinámicas de los movimientos políticos.

Siguiendo esta línea mencionamos que se ve claro el posicionamiento de todas las
identidades mostradas respecto al gobierno de Margaret Thatcher. Es interesante pensar acerca de esto porque las disidencias fueron particularmente maltratadas durante la gestión de la dama de hierro. Sin embargo, al momento de organizarse y recaudar fondos se decide que la causa para hacerlo era por los mineros, ¡cuando ningunx de los miembrxs de la organización era minerx!
La empatía por aquellxs con urgencias mayores no es una característica a pasar por alto al momento de recordar la historia de nuestra lucha; más aún no hay que olvidar que la lucha es política y siempre lo fue. Pensar que la sexualidad nada tiene que ver con los estados, que las identidades no entienden de gobiernos o que la discriminación no entra en los senados es olvidar de dónde vienen los derechos que tenemos y es negar las luchas de los que vinieron antes. Por eso ¿Puto apolítico? Mejor dicho puto de derecha, mi amor.

Hay que entender que es justamente mediante la política que se consiguió lo que se consiguió, ya sea por la política estrictamente entendida como el ejercicio de la función pública (como Harvey Milk) o por otras acepciones como la de los movimientos de activistas (Lesbians and gays support the miners). Sea como fuere al final de esta película se lee una leyenda que explica que unos años después se votaba una ley en favor de las libertades sexuales y se aprobó gracias al apoyo que brindó a la ley los representantes de los mineros en el parlamento. ¿Ven? En general no estábamos luchando sólo por nosotros, ni sólo por el derecho a casarnos…
A pesar de lo que se ve como moneda común hoy en día y sobre todo por redes y medios hegemónicos, siempre hubo un ideal de unión con otras minorías, un ideal de apoyo y de sumar adeptos, de querer reclutar a otrxs a la causa …¿Les suena?
El soundtrack que elegí para destacar en éste posteo es una canción basada en el poema Bread and Roses de James Oppenheim que sirvió de inspiración para varios compositores que le dieron música y también de eslogan para las compañeras feministas. Si bien habla casi explícitamente de la problemática de género, habla en particular de la situación de las mujeres obreras. Por tal motivo es que en una escena de Pride, encontrándose reunidos los integrantes del grupo (Lesbians and gays suport the miners) y los habitantes del pueblo, luego de un discurso inspirador del líder del grupo Mark Ashton (Ben Schnetzer) y en un muestra de acercamiento, una adolescente comienza a cantar estos versos y todos la siguen, mostrando que había una lucha común y una unión en esa lucha.
“Los corazones padecen al igual que los cuerpos, dennos pan y también rosas” dice uno de los versos del poema que es tal vez la metáfora que más resume por qué escribo éstas páginas. Porque no me basta con verme en una pantalla, en un personaje solamente; quiero verme bien, radiante, feliz y por sobre todo amado. Porque los corazones también tienen sus luchas y marchan con nosotrxs el día del orgullo. Porque mi corazón quiere flasharla también con un futuro mejor e idealista.
Quiero pan y quiero rosas; cupo laboral trans y aborto libre, seguro y gratuito; sueldos dignos y que se acabe el racismo, el clasismo, la gordofobia y toda forma de opresión. Si, si, lo quiero todo pero por sobre todas las cosas quiero flasharla. Quiero pija y mimitos, y no quiero más personajes en el armario.
Este post se terminó de escribir el 11 de octubre, día internacional de la salida del clóset. Voy a citar a Milk porque puedo y porque sé que las siguientes palabras, hermosas como lo son, no las escribió un guionista paki romantizando su muerte sino que las dijo él en la grabación que hizo contando su historia cuando empezó a sospechar que lo iban a matar. 50 años después, ser abiertamente gay puede todavía hacer que te maten y cualquier militancia puede ser objeto de discriminación y un crimen de odio. Pero en nombre de Milk, Jáuregui y todxs lxs San Sebastianes que nos precedieron: “Si una bala atraviesa mi cerebro, dejen que esa bala destruya las puertas de todos los armarios”
La siguiente película a comentar será Flawless. Spoiler alert: Tiene alguna que otra fallita.
Comments