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Flawless (VII)

  • julianponsone99
  • 7 ago 2021
  • 10 Min. de lectura

¿Ustedes saben cómo sería su amor ideal? Esa persona que les pondría el mundo patas para arriba, ¿pueden imaginársela? ¿Ya la conocen? ¿Ya tuvieron el gusto? ¿Será, tal vez, un rubio alto de ojos verdes o un petiso morrudo de voz gruesa? Capaz será la chica de tatuajes en las piernas que anda siempre abrazada a un libro de misterio, o quizá la de auriculares a todo volumen que dejan oír el murmullo de la música metálica que tanto le gusta. ¿O es su fantasía de perfección alguien de camisa abotonada hasta el cuello por el día y por las noches unx amante de los trajes de cuero y látex? ¿Es un amor único o lo perfecto lo encuentran en una poli amorosa variedad de amores?

Asumo caprichosamente, generalizando sin culpa, solo por el afán de no sentir que fui el único que cayó en el error que mencionaré en breve; que ustedes también creen que es únicamente la mirada amorosa y empática por el ser querido lo que los hace perfectos-incluso cuando sabemos que no lo son ni llegarán a serlo-.

Es un pequeño error de principiante (¿Acaso en el amor no lo somos todos?) apoyarse demasiado en eso de que el amor es ciego.

Sin embargo, cuando se trata de nuestras historias el amor no solo está ciego sino que además ¡Está bastante ocupado! Así como cualquier chico de app de encuentros Cupido pareciera tener siempre bajo la manga un plan urgente para salir volando una vez que todo está dicho y hecho.

El contexto de urgencias que imposibilita los enamoramientos y aquellos enamoramientos que nos perjudican son los dos moldes principales en los que se cocinan las tramas LGTBQ+ y, en particular, son las características principales de las próximas tres películas que voy a comentar.

Ya desde el título, Flawless (literalmente “Sin fallas”), nos habla de todo aquello que no es ideal pero al final del día, quiere funcionar. Sin ser muy brillante y nada perfecta, de verdad disfruté esta película. Si todavía no la viste, te recomiendo que lo hagas y luego sigas leyendo.


 

No quiero mentirles, pero creo que voy a tener que hacerlo. Apelaré, entonces, a su inmensa piedad y confiaré en que no van apedrearme cuando diga lo siguiente: en su basta carrera Robert De Niro no participo más que en una sóla película romántica. Me gustaría poder decirles que vi cada una de las más de cien películas en las que aparece y decirles que luego de una exhaustiva y delicada observación llegué a esa conclusión irrefutable pero ¡qué pocas ganas me dan esas películas de verlas! ¿Me imaginan, acaso, maratoneando las de El Padrino? Pues yo no y de hecho no lo hice.

Más allá del dato al margen de que a mí no me gustan las historias de acción y masculinidades heridas que deciden tomar venganza por vaya a saber uno por qué, leyendo las sinopsis de las historias en las que estuvo De Niro se ve y, por sobre todas las cosas, se entiende perfectamente y sin objeción que en esas historias no hay espacio para el romance –al menos en los términos en los que entendemos el romance en este blog-. Simplemente hay otras urgencias.


Es verdad, debo admitir, que el compañero Robert siempre está involucrado o en algún matrimonio, algún histeriqueo con alguien a quién salvar heroicamente, alguien con quien descargar la tensión sexual, etc, etc. En fin, podríamos decir que nunca está solo. Sin embargo, sus tramas como mucho orbitan sentimientos nobles relacionados al cariño de pareja pero son ajenas a la situación del cortejo, el enamoramiento, las mariposas en la panza. Y es totalmente entendible. ¿No es disparatado pensar que el jefe de la mafia italiana experimente el amor a primera vista? ¿Con qué necesidad un neurótico insomne se pondría en el incordio de elegir una docena de rosas rojas? ¿Cuántos policías irlandeses obsesionados con resolver sus casos podrían dejar todo de lado para planear la mejor de las primeras citas? Es totalmente entendible, repito, que sus tramas lo lleven a otras urgencias más allá de la de enamorarse. La mafia, la policía, las adicciones, el boxeo, la persecución de nazis… todas actividades altamente demandantes y muy poco amorosas.

Esta idea de lo urgente como traba no es nueva para las tramas queer. De hecho venimos viendo hace varios posteos que siempre pasa algo que frena, imposibilita o arruina los romances pero, de cierta forma, lo que sucede es menos fantástico y mucho menos demandante que comandar el crimen organizado. Por eso, como fanático de los romances que están primero que todo, no pude evitar preguntarme: ¿Cómo se resuelvenlas urgencias que se nos presentan a los personajes no heteroconformes?

Flawless es la única película de las que comentaré en la que uno de los personajes principales cae en el espectro de géneros no cis (palabra que demando googleen si acaso no saben qué significa). A decir verdad elegí justamente ésta historia (por sobre otras como Boys Don´t Cry, por ejemplo) porque el personaje de Philip Seymour Hoffman es lo suficientemente especifico y complejo al mismo tiempo que me permite tomarme la licencia artística de hacer las siguientes observaciones.

En primer lugar, no hay manera de caracterizar a la señorita Rusty con un género o identidad dentro de una categoría fija o no contingente. Claramente no es cis, sin embargo hace 22 años cuando se estrenaba este filme la concepción de lo no-binario no estaba lo suficientemente difundida como para que sea algo en lo que el propio personaje se reconozca. Podríamos pensarla entonces como trava/travesti pero ese término tiene una sensibilidad latinoamericana que en EEUU no termina de entenderse bien. Así mismo, en el país del norte hay una rica cultura del Drag, en el que se desenvuelve grácilmente en un bar donde trabaja como anfitriona de shows. A pesar de esto no queda del todo claro si su identidad drag es solo un cuestión performática /artística. Y amén de que los términos transgénero/transexual suelen prestarse a confusión el momento de traducirse por el modo en que se usa en los países sajones (casi como sinónimos y con la marcada necesidad de un transición ya realizada) y en los hispanohablantes, tampoco son términos que el personaje use para identificarse. De hecho, el único término que usa, y encima a modo de crítica al ideal de hiperfeminización del mundo drag, es el de woman impressionator ¡el cual es un término súper polémico en la teoría queer euro americana!


Esto me lleva al segundo punto: creo que lo que se buscaba no era evangelizarnos sobre la manera correcta de referirnos al género de este personaje específico ni de la forma en que debemos empatizar con las vivencias de las personas no-cis en general, sino mostrar que más allá de las categorías, aquel que tenemos en frente siempre es alguien real con urgencias reales y mucho más variadas que únicamente el cambio de sexo/género. De todas formas para este personaje en particular sí era importante y aunque no es central forma parte de la trama principal. Si se resuelve o no, de hecho, rige mi análisis de la película.

Rusty (Hoffman) y Walter (De Niro) se conocen porque viven en el mismo edificio. Se detestan. Walter tiene un ACV y tiene secuelas en su movilidad, para lo cual le recomiendan clases de canto para mejorar su dicción y poder volver a hablar con fluidez. Rusty es cantante y dragqueen. Walter toma clases de canto con ella así no tiene que trasladarse fuera de su edificio para las clases. Hasta acá todo bien, una pequeña descripción del tráiler, pero no es esto lo que ordena la acción del filme. Lo que de verdad rige a la secuencia narrativa es que en su edificio una vieja amiga de Rusty le robó a unos mafiosos una terrible cantidad de dinero y la matan por ello, pero sin encontrar la plata –Walter tiene su ACV ayudando a la chica en cuestión-. Resulta que la plata la tenía Rusty y la guardaba para su operación de cambio de sexo, para convertirse en “una mujer de verdad”, según ella. Las clases, entonces son una fachada para que nadie sospeche de dónde había sacado el dinero.


Me parece fascinante a nivel guión que el eje ordenador sea la amenza constante de una mafia y no simplemente el drama del cambio de sexo. Es un poco lo que pedía en el post de

¿no? Si hay riesgo que sea otra cosa que un crimen de odio o una infección de VIH. Aplaudo de pie la vuelta de tuerca de la película.

Pero me pregunto: ¿Por qué es ese el riesgo? Y no lo pregunto en la ficción sino en mundo real, en lo concreto, ¿Por qué alguien debería robar esa cantidad de dinero para algo que es tan urgente como la identidad de los cuerpos? La película se estrenó en 1999 pero recíen hace pocos meses que en Argentina es Ley el cupo laboral trans y, aún hoy, en el país de las oportunidades y el sueño americano el acceso a la salud y a ese tipo de operaciones sigue siendo arancelado y costoso de más. Digo, amé el volantazo que pegó el guión pero no es particularmente la mafia uno de los riesgos a los que cis-tema expone a las identidades no binarias y trans. Las restricciones en el acceso a vivienda, salud, educación y trabajo son mucho más peligrosas que los malhechores del barrio de Rusty. Si me pusiera quisquilloso pediría que también se de luz a esos temas pero no voy a hacerlo. Simplemente porque este personaje no vivía como esa su urgencia, y es eso de lo que me interesa hablar.

Hay dos urgencias que me parece bien destacar: La identidad y el amor (ya era hora que mencione eso en un posteo sobre películas románticas ¿no?). Pero esperen, no es tan simple, esas dos palabras toman una connotación un poco más rebuscada en lo que yo quiero comentar. Vamos de a partes:

Ambos personajes tienen un interés romántico, si me aceptan el término. Walter era recurrente a una suerte de bar donde bailaba tango y se da a entender que era concurrido por trabajadoras sexuales que usaban la fachada para que no sea tan obvio la transacción con los clientes. Era un poco más elegante que una esquina, claro está. Tenía una pareja regular, quien siempre acababa pidiéndole dinero para la renta –literalmente-. Rusty se veía con un hombre violento, casado y que se creía heterosexual que le hacía unos pintorescos escándalos a los gritos y que también le pedía plata.

Resulta interesante que cuando los personajes hablan estas situaciones lo único que pueden sacar en limpio es que al final el tema plata siempre sale a flote en las relaciones, sean como sean, aunque walter esté al principio bastante reacio a aceptar que el pagaba por sexo. Desde el guión, al igual que con el tema de la identidad sexual, no se busca bajar línea pero si plantear la reflexión. Sin embargo deja bien en claro que ambos personajes tenían un aurgencia de amor. Amor entendido como contacto con el otro, como miradas correspondidas, como cortejo, como tango, como frote de los cuerpos, como perfumarse para ir a la hora de siempre al mismo bar, como esperar la noche para que toque la puerta y se meta en tu cama. En fin, amor.


Hacia los últimos minutos de la película Walter recibe una confesión de amor de María, otra de las chicas del bar de tango, con la cual termina finalmente emparejado y acompañado y amado y deseado y amorosamente garchado. En cambio, Rusty nos deja ver que tenía una puerta de hierro en la habitación por si su chico se ponía violento ella pudiera protegerse. Rusty no termina emparejada, ni con su amante ni con nigún otro. Esa urgencia no la satisface.

El siguiente punto, el de la identidad, entendámoslo a primeras como identificación. Todo lo que hace Rusty en la película está orientado a conseguir su operación de cambio de sexo, ese es su deseo, eso busca, eso quiere. Si bien para ella la operación haría “real” su identidad como feminidad constantemente durante la película vemos como de alguna manera invoca personajes femeninos de ficción para tomar valor y hacer determinadas acciones. Como "Michelle Pfeiffer fue tras Una Mente Peligrosa"o "como Grace Kelly en la Ventana Indiscreta" , dice Rusty, un poco tomándose demasiado a pecho el temita de la performatividad de Butler.


Sin embargo al final de película, cuando Walter es disparado y necesita atención médica Rusty saca el dinero de su operación y demanda ir al mejor hospital, que ella pagaba el tratamiento para su amigo. Esos últimos 30 segundos fueron los únicos que me desagradaron realmente de la película, porque no había necesidad de ellos. El final no cambiaba radicalmente si no lo disparaban y, de hecho, el final feliz y victorioso lo era aún más. Ellos derrotaron al villano y Rusty consiguió su operación. Final feliz, pero no. Rusty no sólo no termina con un interés romántico sino que tampoco queda claro si logra en el corto plazo su operación. Ninguna de las urgencias que tenía termina resuelta.

Me molesta. En especial teniendo en cuenta que Walter, quien superficialmente no es un tipazo muy agradable que digamos, sorteó sus urgencias de manera muy grácil. Una vez más recurro a esta frase: no costaba nada el final feliz completo.


Hace una semanas, mientras entrenaba, me estaba costando un poco terminar una serie de ejercicios. A modo de motivación me dije: “Dale, metele, como Barbra Streisand en El Amor Tiene Dos Caras”. Automáticamente me acordé de ésta película y las invocaciones que Rusty hacía para ganar fuerza. Me reí bastante y la verdad que no terminé esa última serie. Pero me recordó por qué escribo estos posteos –algunos mejores que otros, lo admito-. Los escribo porque no puedo entender que la única imagen representativa de un trolo haciendo ejercicio sea la Streisand. Es bastante gay icon, sí, pero no me sirve. Pienso una vez más en Flawless y me veo más en la puerta de hierro de Rusty que en el tango de Walter. Es tragicómico y no lo quiero así.

Pienso no solo en cómo se nos representa sino también en qué elegimos para identificarnos. Pienso en mis urgencias, en las veces que las dejé de lado por la de otra persona y pienso en la de nuestra comunidad y cómo fueron desplazadas por las de otros sectores. Pienso en las películas que ya comenté y en las que me faltan por comentar y las situaciones y personajes que podría invocar y en cómo no me ayudarían mucho. Pienso pienso, pienso.


Rusty pareciera contenta al final de la película. No le molesta gastar ese dinero en Walter, supongo que las urgencias también van mutando y siguen jerarquías que tal vez no entiendo. Quisiera poder decir algo mucho más terrible de esta obra y cancelarla pero me gustó bastante, qué se yo. Tal vez algún día me encuentre en una situación donde tenga que decir “dale, generoso y compasivo, como Hoffman haciendo de Rusty en Flawless” y entonces ésta película me rescate de alguna urgencia.


Flawless no tiene banda sonora reconocible pero todos los looks de las chicas de la tanguería me recuerdan a Donna Summer, así que les dejo unos temazos de ella.


 

La próxima película que voy a comentar es Thelma y Louise, spoiler alert: no sé ni por qué la ponen como película queer.

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